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¿En qué estaba?...



¿En qué estaba, en que estaba? ¡Ah, sí!

Mira, estudiar Letras, y creo que no solo nos pasa a nosotros, sino a todas las Humanidades, siempre va con la pregunta ¿Y eso qué es? Letras, letras, ¿la A? ¿la W? ¿Hacemos rótulos? ¡Ah, no, Filosofía!

No, no estudiamos filosofía. Tampoco filosofía y letras, no existe. De vez en cuando tomamos un tema o dos de la filosofía, pero no es la regla general. Mira, yo estudié letras por amor al arte. Yo… no puedo imaginarme un mundo sin poesía, sin cuentos, sin novelas. Ni siquiera sin películas o series de televisión. Porque sí, la tele y el cine se nutren bastante de la literatura.

En la Licenciatura no solo vemos libros y leemos como animales. También estudiamos el lenguaje. Para que me entiendan, es como si fuéramos mecánicos de la lengua. Conocemos las partes del motor y por qué funciona. Eso sería como la gramática, la sintaxis. También cuando vemos que un motor no anda bien lo podemos arreglar. Eso ya es corrección de estilo. Podemos echar a andar el carro y conducir nosotros mismos por caminos que no se han explorado. Eso sería lo más cercano a la creación, a escribir literatura, guiones de series, poemas, novelas, a veces música.

Creo que esa es una de las cosas que más me gustaron de la Licenciatura. Estar en el límite de lo riguroso: del estudio del motor y de sus piezas, del lenguaje y de sus hablantes; y estar en el límite, también, del andar en el coche, de estudiar el arte de forma profesional, entender las pasiones, los dolores, las emociones humanas y la forma en la que hemos entendido el mundo desde hace siglos. Ver, de repente, las estrellas y entender la música de las esferas de la que habla Shakespeare en El mercader de Venecia, por ejemplo.

Claro, René, me puedes decir, no solo de amor al arte vive el hombre. Y claro que te voy a dar la razón, el pan siempre cae muy bien en la barriga. Al menos yo aprendí este amor por la literatura a causa de una profesora que se dedicaba a eso, a enseñarnos sobre arte en la preparatoria, nos enseñaba español y leíamos libros de poesía y novelas. Así como he aprendido de los maestros me he vuelto en uno.

Siempre cuando tenemos algo que amamos, que nos gusta, podemos compartirlo. Y al menos, hasta la fecha, el estudio del español y de la literatura sigue siendo parte de la currícula obligatoria de muchos planes de estudio. Para redactar, a nivel universitario, una buena tesis o un buen artículo se necesita un buen manejo de la lengua: y ahí entramos nosotros. En preparatoria requerimos de habilidades de comunicación: y ahí entramos nosotros. En secundaria y primaria necesitamos aprender a leer y a comprender lo que leemos: y ahí entramos nosotros.

No todos los que estudian letras se dedican a la docencia de la lengua y la literatura. A mí me encanta estar de frente en un grupo y ayudar a que los alumnos entiendan los temas, enseñarle a las demás personas cómo yo analizo la lengua y sus piezas, enseñarles a echarla andar y a conducir por caminos que no han sido ya explorados. De nada sirve, creo yo, saber las cosas si no las transmitimos. Así como yo aprendí el amor al arte quiero enseñarlo a los demás.

Pero tengo compañeros que se dedican a la difusión cultural, otros a la corrección de estilo, algunos trabajan en el mundo editorial. Hasta donde sé, nadie ha muerto de hambre por estudiar Letras.

Si me preguntas, yo amé estudiar lo que estudié. Quisiera volver a nacer para conocer a la misma gente que conocí y para estudiar las mismas cosas que estudié y para aprender las mismas cosas que aprendí. Incluso el modo y la forma en la que acomodo mis palabras para decirte esto que te digo es gracias a todo eso. Saber dónde poner qué cosa es hermoso, qué palabra va detrás de cada cuál. Yo no sé nada de mecánica, pero te apuesto a que es el mismo sentimiento que tiene un mecánico al ver el motor que ha echado a andar.

Pero como te estaba diciendo hace rato, no todos tienen los mismos gustos que uno, y eso está bien. Como siempre estamos leyendo a los otros, pensando en los otros y siendo empáticos, hay una mirada humanística que… es… difícilmente expresable. Es como dejar de mirarse el ombligo. Aprender a ver a todos los lados y del mismo modo en que yo amo y quiero seguir en la docencia te apuesto a que si entras a letras, como te dejarás de ver el ombligo, verás las cosas que amas.

Pero… no estábamos hablando de esto… ¿Qué te estaba diciendo?


Comentarios

  1. Me gusta la analogía del motor. Es reconfortante escucharte y de cierta forma tmbn he sentido eso de estar en el coche, que vas dentro y qué a veces tienes que incluso detenerte un momento y ver bien a dónde ibas en ese coche.

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  2. Hola René. Veo que centraste tu podcast en la carrera de letras. Y es como una confesión personal del cómo se siente estudiar esta carrera. Me gusta la forma en la que hablas, con tranquilidad, creo a mi no me salió bien eso jaja. Como dice Mauricio, la metáfora del motor es interesante para alguien que no sae nada del asunto. ¿Y qué estábamos diciendo?

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  3. Hola, René. Qué bonito cómo describes estudiar esta Licenciatura como "estar en el límite" y tu última reflexión sobre la dedicación de nuestra profesión. Muy original.

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  4. Holi, René. La verdad es que me encantó escuchar tu podcast y no pude evitar recordar a cierto adulto cercano a ti con esa analogía sobre la mecánica. Siempre has sido una persona con bastante sensibilidad, pero creo que en esta ocasión esa parte se sintió muchísimo más. Me alegra saber que disfrutaste la carrera y que hables tan bonito de ella. Un abrazo.

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